domingo, 9 de septiembre de 2007

La posibilidad de un relanzamiento



Está por concluir el invierno con el porcentaje de apoyo más bajo al Gobierno, con una desaprobación mayoritaria a la manera cómo están haciendo su labor la Concertación y la Alianza, y con una especie de recaída del Transantiago.

El tradicional peor momento del año se comporta de un modo que ratifica su fama.

De nuevo, nos encontramos con un movimiento como de marea: todos suben o bajan según la ola. Pero siempre ha de sorprender por qué es que no se ha producido -en los momentos más duros- el fenómeno más entendible de los vasos comunicantes: a medida que uno de ellos pierde líquido, el otro lo gana.

Tal vez influya que la oposición no parece dotada con el mínimo de prestigio necesario como para poder capitalizar errores ajenos. Pero la verdad es que nadie está ganando y eso, a fin de cuentas, es más importante que la ineptitud de la oposición.

Sin embargo, en política, una situación en la que nadie gana es, en realidad, un tránsito, un momento intermedio hasta que la situación termine por dirimirse.

Las encuestas no explican, constatan; no nos eximen de la necesidad de analizar los datos y sacar nuestras propias conclusiones. Lo que hay que preguntarse, sabiendo lo anterior, es qué están haciendo los diferentes actores -en especial en el oficialismo- por romper el cerco que pone techo a su posibilidad de mejorar posiciones. Y, ante todo, ha de tratarse de factores internos porque, cuando nadie crece, la culpa no es del vecino que comparte el mismo mal.

El factor que escapa y se diferencia de los anteriores es, por supuesto, el Transantiago, que ha jugado el papel de una pesada ancla que frena cualquier otra iniciativa. Pero existe el compromiso, sostenido y ratificado en el tiempo, de que el respiro para los usuarios llegará a final de año, con lo que se volverá a tener un margen de maniobra suficiente. Para un relanzamiento, se trata de una precondición de éxito.

Restablecer un funcionamiento regular y ordenado de Gobierno da la oportunidad del lucimiento de los avances de la agenda. Requiere de un esfuerzo exigente la ejecución presupuestaria de un año pródigo y, por tanto, sobredemandante.
Con todo, creo que estamos hablando hasta aquí de la línea de flotación, de hacer bien lo que bien hay que hacer de todas formas. Más que de méritos especiales, a lo que se hace referencia es a cumplimientos.

Para romper tendencias, se requiere algo más. Y ese algo más proviene del ámbito político, lo que supera y complementa la inexcusable buena gestión.

Los demandantes y sus fantasmas

Si se percibe un clamor a nivel político concertacionista es el de que se imponga la disciplina y la coherencia en la acción colectiva. A esto se lo identifica como un asunto del liderazgo y, al mencionar este aspecto, lo primero que se hace es mirar hacia La Moneda. A la cabeza del Ejecutivo se le pide de todo: que conduzca a la coalición; que controle a los díscolos; que emplee sabiamente el garrote y la zanahoria; que sea eficiente en la aprobación de proyectos de ley emblemáticos y, por supuesto, que mantenga y preserve el legado concertacionista.

El Gobierno ha de poner de su parte y mucho para imprimir un impulso adicional que no lo afecte en exclusiva, sino que impacte al resto de los actores políticos. Pero, por mucho que el avance en esto concite el aplauso de los sectores concertacionistas más responsables, no basta.

Todo depende de lo que se quiera hacer. Si estamos esperando simplemente el paso del tiempo para llegar a otra cosa (una elección, desde luego), o si se pretende, de verdad, tomar riesgos desde ya para apoyar un nuevo impulso. Para ser sinceros, es bien sospechoso que se cargue la mata tan redondamente en un solo punto. Y, sin embargo, por algo será que tantos están recurriendo a explicaciones simplistas.

La Concertación siempre ha contado con una elite, no como un grupo de personas acostumbradas a ejercer cargos (que, por cierto, también existe); lo que ha forjado a la Concertación es la existencia de un número significativo de líderes capaces de combinar los intereses de sus partidos con el cuidado de la coalición. La preservación del interés general ha estado presente en las más encarnizadas discusiones interpartidarias. Por supuesto, no es lo único presente, pero nunca ha faltado a la hora de resolver.

Para estos líderes "por partida doble", en ningún caso ha sido fácil mantener posiciones que no se atienen estrictamente a los intereses inmediatos de los partidos. Siempre tuvieron la amenaza de ser devorados por los cultivadores del descontento, de los que están convencidos de que "los otros siempre nos perjudican", acompañados de los que, simplemente, no supieron mirar más lejos cuando correspondía. Pero, por años, fue esta elite la que impuso sus términos.

Y eso es lo que se ha perdido. No es una fatalidad. No es un proceso sin salida. Pero lo primero que hay que hacer para encontrar algo es darnos cuenta de que se nos perdió.

La chance de la gobernabilidad

Hoy, la Concertación cuenta con buenos y prestigiados presidentes de partido. No obstante, ninguno de ellos puede decir que disciplina al conjunto de las figuras de su partido. Existe un grupo de irreductibles a estas disciplinas. Lo serían bajo cualquier directiva y lo peor sería tenerlos a ellos mismos en una.

De las bancadas parlamentarias, se puede esperar todavía menos. Allí la situación es tal, que cuando por excepción se logran acuerdos respetados por todos se abrazan. ¡Tan extraordinario se ha vuelto lo que antes fue un comportamiento habitual!

De manera que nadie está logrando en su ámbito de acción y responsabilidad lo mismo que se reclama al Gobierno. Los liderazgos integradores están teniendo problemas donde quiera se encuentren, así que es mejor que colaboren unos con otros antes de desgastarse en la crítica o caer en la añoranza de los buenos tiempos.

Lo cierto es que hoy los incentivos juegan en favor de díscolos, permitiendo sortear las mayorías y las institucionalidades partidarias y hay que hacerse cargo de las nuevas circunstancias.

Ningún parlamentario se tendrá que jugar su elección antes del término del período presidencial y eso no había ocurrido ¡nunca! El que antes se salía de la fila, tenía que vérselas con la figura presidencial y el Gobierno en algún momento durante su gestión. Ahora, nunca se cobrarán la cuenta de las deslealtades.

Los candidatos a parlamentarios o municipales se financian por los votos que consiguen, y si alguien tiene muchos votos en su partido tendrá pocos controles sobre lo que diga y opine. Porque no es fácil de reemplazar y porque se puede ir.

En la anterior campaña municipal, 15% de los candidatos se presentaron por fuera de los partidos (¡y no pocos resultaron electos!). Ahora se espera que esta cifra se duplique.

Sin embargo, ha llegado el momento de reaccionar. De otro modo, las instituciones políticas no recuperarán prestigio y la calidad de la actuación política que vemos a diario seguirá en deterioro.

Tal vez resulte sano acostumbrarse a mayores niveles de disenso, pero no al punto de desdibujar las líneas divisorias entre Gobierno y oposición allí donde importa.

Quien transgreda los acuerdos básicos ha de sentir la presión simultánea desde el Gobierno, el Congreso y su partido.

Los líderes integradores van a tener que aprender a hablar más y seguido, sosteniendo y apoyando las opiniones más sensatas. De otra forma, serán sobrepasados todos y poco importará la distribución interna de culpas.

Desde el Gobierno hay algo más que hacer: lo primero que tiene que perder un Gobierno corto son sus pretensiones excesivas. Llegó el momento que dedicarse a lo medular y marcar la línea de la Concertación hacia fuera, más que las particularidades hacia dentro. Además, algo más de política bien hecha no le vendría mal a nadie. Pero no hay que olvidarlo: en la etapa que viene las responsabilidades son compartidas.

miércoles, 5 de septiembre de 2007

Por un territorio equilibradamente aprovechado y una mejor calidad de vida para los chilenos.

El PDC aspira a un territorio nacional en el que los chilenos estén equilibradamente distribuidos, con ciudades a escala humana, con MacroRegiones que no superen los 3.000.000 de habitantes, con territorios y PIB Macrorregionales equivalentes, con respeto a la naturaleza, con servicios públicos de calidad uniformemente distribuidos y con respeto a los derechos urbanos, acorde a exigentes estándares de calidad.


Informe de la Comuna de Ñuñoa al V Congreso Nacional del PDC. Mayo de 2007


1.- PALABRAS PREVIAS

Basados en la intuición sobre el bien, la verdad, la belleza y la armonía que tenemos los demócratacristianos, podemos juzgar nuestras realidades y nuestro entorno, desarrollar visiones y formular propuestas para un desarrollo más humano y ambientalmente sustentable. No obstante, hay toda una experiencia del ser humano, que se ha ido desarrollando e integrando generación tras generación, configurando un conjunto de valores y principios compartidos, que expresan el acervo doctrinario del humanismo cristiano, los cuales nos facilitan y potencian un juicio común con relación al territorio y a la ciudad de la cual somos dueños en comunidad, y, en base a ello, elaborar propuestas para un desarrollo humano sustentable y armónico con el entorno, en un umbral que abarque los próximos diez años.

Orientan nuestros objetivos principios como el respeto a la dignidad de la persona, la primacía del bien común, la solidaridad, la subsidiariedad, el destino universal de los bienes y la espiritualidad.

Es así como nos hemos propuesto reflexionar y dialogar sobre los objetivos de una política demócratacristiana que plasme nuestros valores y principios en realidades que nos lleven a vivir en un mejor país, más amigable con sus habitantes.

2.- NUESTRO TERRITORIO

Chile presenta un marcado desequilibrio en la distribución de las estructuras administrativas, de sus actividades productivas y de su población. Es así que tenemos una concentración de población y de actividades comerciales, industriales y administrativas en Santiago, contrastando con Regiones relativamente débiles, ya sea en población y/o desarrollo económico. A esto se agrega una población urbana sobredimensionada y una población rural decreciente. Según el Censo de 2002, de los 15.116.435 habitantes del país, el 86,6% corresponde a población urbana, 13.090.113 de personas y 13,4% a la población rural, 2.026.322 de personas.

Este estado de cosas conspira contra la felicidad de los chilenos, fin último de todas las políticas públicas. Esto se ve reflejado en una ciudad como Santiago con buenos colegios, consultorios y hospitales, cines, teatros y bibliotecas, pero con demoras agotadoras para desplazarse, “guettos” en los suburbios y aire irrespirable, unido a una situación de “stress” generalizada. Como contraste tenemos regiones con colegios de inferior calidad, consultorios y hospitales de menor complejidad (hay lugares en que estos servicios los presta Argentina), sin mayores actividades culturales o recreativas, sin adecuada cobertura caminera, fluvial, lacustre o telefónica y con potenciales inexplotados, y especialmente sin proactividad del sector público para revertir drásticamente esta situación, todo lo cual desincentiva la permanencia o llegada de población.

Por otro lado, muchas políticas públicas, por muy bien intencionadas que sean, no están solucionando o tendiendo a solucionar los problemas de Chile, ya que van orientadas a ir resolviendo problemas puntuales o sectoriales, con el agravante que son problemas diagnosticados con fecha anterior, lo que hace que las soluciones siempre van orientadas a solucionar problemas que ya son mayores o distintos que los remedios que se implementan. Ejemplos patentes de este aserto son las campañas de descontaminación de la Región Metropolitana, tendientes a disminuir los diferentes contaminantes, o las autopistas urbanas tendientes a disminuir las congestiones vehiculares o los lugares a los que llega el Transantiago, determinados por encuestas de origen-destino obsoletas.

Hay quienes sostienen que todos estos problemas los puede solucionar el mercado, que los chilenos son “grandecitos” para saber donde vivir y donde trabajar o estudiar, recrearse o atenderse sus enfermedades. Pero esto es una gran falacia. Si el mercado no ha sido capaz de “chorrear” excedentes para los más pobres, tampoco será capaz de solucionar estos otros problemas.

Una visión de país de largo plazo debe considerar una distinta forma de mirar la política y el desarrollo, que incluya consideraciones geográficas, geopolíticas, demográficas y económicas hasta ahora no observadas.

1. Consideraciones geográficas. Debe considerarse las diferentes realidades climáticas y topográficas, unido a las potencialidades económicas. En base a lo anterior debe incentivarse los asentamientos urbanos necesarios, ligados a nuevas actividades económicas, o desincentivarse en el caso de Santiago. También debe considerarse el calentamiento global y la influencia que en este tiene, al nivel nacional, la pérdida incesante de aguas dulces en el Océano Pacífico, la deforestación creciente y el avance de la desertificación.

2. Consideraciones geopolíticas. Debe considerarse la existencia en Chile de “hinterländer” o fronteras interiores, zonas despobladas y carentes de actividades económicas relevantes, además de zonas limítrofes sensibles, para iniciar por allí los incentivos.

3. Consideraciones demográficas. Debe considerarse proactivamente la distribución equilibrada de la población en el territorio, lo que implica una distribución del mapa administrativo con alrededor de 6 Macrorregiones con una población de no más de 3 millones de habitantes cada una (lo que considera poblar las demás macrorregiones y despoblar Santiago a una escala humana). Las variables demográficas deber ser analizadas para buscar soluciones políticas que incentiven la migración hacia las Regiones más despobladas y beneficien la calidad de vida, en lugar de ser consideradas en forma fatalista como hechos con los que hay que convivir irremediablemente.

4. Consideraciones económicas. Debe considerarse una visualización de las potencialidades productivas de cada Región, con el fin de entregar los incentivos adecuados para que se produzca la afluencia de capitales y población, junto a los servicios de educación, salud, vivienda, cultura y recreación (esto debe considerar servicios de calidad similar a los de Santiago en cada macrorregión).

Se debería estudiar lo sucedido con la creación de ciudades como Las Vegas, en Estados Unidos, y Brasilia, en Brasil. En ambos casos se pobló zonas estratégicas, con un fin económico en un caso y administrativo, en el otro. Además, en el ejemplo brasilero se ayudó a descomprimir Rio de Janeiro y Sao Paulo.

Otro ejemplo que se podría estudiar es el de la multinacional Nokia, nacida de la actividad de los fabricantes de cables eléctricos en un pueblo de Finlandia, Keilaniemi de Espoo.

Además debería considerarse ejemplos de crecimiento asimétrico en nuestra Patagonia y la Patagonia Argentina. Ciudades vecinas como Futaleufú, en Chile y Esquel, en Argentina, tienen respectivamente 1800 y 30.000 habitantes. Por su parte, Puerto Williams tiene 2500 habitantes y Porvenir 5400, ambas en Chile, frente a Ushuaia, 46.000 y Río Grande, 35.000, en la Tierra del Fuego Argentina.

Proposiciones a Nivel Nacional

a) Organizar el país en Macrorregiones que tiendan a un desarrollo económico, peso poblacional y territorio relativamente equivalente, meta a lograr en un período mínimo de 10 años.

Si uniéramos las Regiones de Tarapacá, Antofagasta y Atacama en una Macrorregión del Norte Grande, Coquimbo y Valparaíso, en una Macrorregión del Norte Chico, O’Higgins y Maule en una Macrorregión de Centro, Bío Bío, Araucanía y Los Lagos en una Macrorregión del Sur, y Aisén y Magallanes en una Macrorregión de la Patagonia, se podría elaborar una secuencia de acciones para lograr equilibrar los habitantes en alrededor de 3 millones de habitantes por Macrorregión y un PIB de alrededor de 10 millones de millones de pesos por Macrorregión.

Si consideramos alrededor de 17% el ideal de habitantes, superficie y PIB por Macrorregión, la que más se aproxima al ideal en este momento es la Macrorregión conformada por Bío, Bío, Araucanía y Los Lagos, a la que debiera quitársele Chiloé y Palena, para anexarlos a la Macrorregión de la Patagonia.

De ninguna manera debería jibarizarse Regiones por rivalidades entre ciudades, como se acaba de hacer en la Región de Tarapacá, por las rivalidades entre Arica e Iquique, o con la Región de Los Lagos, por las rivalidades entre Puerto Montt, Valdivia y Osorno. Así jamás serán un contrapeso de Santiago; y eso conspira contra ellos y también contra Santiago y sus habitantes.

Con una visión geopolítica, las Macrorregiones a privilegiar, como primera prioridad deberán ser las del Norte Grande y de la Patagonia, con un 7,8 y un 1,6% de población, respectivamente, las que coinciden con los conflictos limítrofes y con los extremos del país.

b) Idear políticas públicas de fomento y de incentivos tributarios que logren el establecimiento de fuentes productivas, y por ende de población, en las zonas de fronteras interiores. Para esto se deberá, por ejemplo, atraer capital foráneo en condiciones preferenciales, condicionado a la creación de polos de desarrollo nuevos. Ello implica restringir su acceso a la compra de entes productivos actualmente existentes. Implica, asimismo, buscar actividades que permitan dar valor agregado a las materias primas y a las potencialidades presentes en las diferentes macrorregiones, incentivando la elaboración de productos más sofisticados. Crear, por ejemplo, una ciudad de las conservas de fruta, o de las conservas de pescado, o de los muebles, o del esquí, o del cobre.

También, deberá privilegiarse el acceso a la vivienda social, con subsidios mejorados, en los lugares en que se establezcan estos polos de desarrollo, unido al establecimiento de buenos servicios públicos de salud, educación y otros.

c) Crear incentivos paralelos para el despoblamiento gradual de Santiago, impidiendo el crecimiento de las zonas rurales y precordilleranas absorbidas por la ciudad. Como primera etapa lograr que la migración hacia Santiago se detenga y luego tender hacia una población de no más de 3 millones de habitantes y la migración industrial hacia las Regiones.

3.- EL DRAMA DE SANTIAGO

Santiago es una conurbación de cerca de seis millones de habitantes, que abarca una superficie de unos 40 Km.2 en el llamado Gran Santiago.

Durante las últimas décadas se ha ido “comiendo” terrenos agrícolas y precordilleranos. Esto se suma al hecho que nuestros antepasados deforestaron los montes de los alrededores, produciendo una zona semidesértica entre Santiago y La Serena, situación que se ha revertido en escasas partes, merced a una mejora agrícola y alguna reforestación escasa.

Esto se ve agravado por la situación de valle encerrado que impide una adecuada ventilación y que tiene a los habitantes de Santiago asfixiados por la contaminación de su aire.

Asimismo se ve agravado por el centralismo político y económico que atrae población en forma indiscriminada y que ya sobrepasa al 40% de la población de Chile.

A pesar que la solución va por el lado de despoblar Santiago hasta niveles de población vivibles, mantener los cordones agrícolas y crear cordones forestales, las políticas del Ministerio de Vivienda van por el lado contrario: crear zonas de expansión urbana y densificar, lo que conduce a aumentar explosivamente la población y violenta los derechos adquiridos de los residentes actuales con desplazamientos indeseados y con la desaparición de las vistas y del derecho al sol.

Es así que la política implementada ha traído las consecuencias por todos conocidas, una ciudad contaminada, una ciudad con “guettos”, una ciudad crecientemente insegura, una ciudad con vías congestionadas, una ciudad con déficit de parques, una ciudad donde sus habitantes deben recorrer grandes distancias para llegar a sus lugares de trabajo, a centros especializados de salud y a sus lugares de estudio. También ha traído un incremento desmedido en el precio del suelo y la desintegración de los barrios. En resumen, una ciudad con menor calidad de vida, en la que vivir se hace desagradable.

En Santiago…“los episodios de contaminación atmosférica continúan. Las condiciones geográficas, meteorológicas y el aumento de la población… seguirán siendo los parámetros que determinen esta cruda realidad. Además preocupantes resultados científicos sobre modelaciones hechas a partir del calentamiento global pronostican oleadas de calor en el norte y centro del país en las próximas décadas. Así podemos prever que estas nuevas condiciones climáticas vendrán a intensificar estos episodios de contaminación… Por ello, es perentorio mantener y preservar las actuales áreas rurales… en vez de propiciar su densificación poblacional.” Dr. Raúl Morales Segura,

Pdte. Soc. de Química Ambiental y Prof. Titular de la U. de Chile. Diario La Tercera. 20-5-07.

La Densificacion. Esta, carente de una adecuada planificación, está entregada absolutamente al mercado. Esta forma de densificar está creando serios problemas colaterales, a saber: la aparición inorgánica de edificios, las casas isla y las casas con conos de sombra, los desplazamientos de la población más carenciada hacia la periferia, el colapso del equipamiento urbano, especialmente alcantarillado de aguas lluvia y vías urbanas, además del colapso de las pocas áreas verdes y de los servicios de seguridad. Y presenta un fenómeno adicional. La “reurbanización” tiene todos los inconvenientes y ninguna de las ventajas de la “urbanización”. Y al construir sobre los paños que consiguen, con escasas limitaciones sobre la constructibilidad, muchos paños intermedios no son negocio, por lo que las inmobiliarias se retiran una vez que se ha acabado el “filete”, dejando barrios destruidos. También han fracasado las políticas relacionadas con renovación urbana, ya que han incentivado los desplazamientos de población pobre hacia la periferia, con el consiguiente desarraigo.

Vias Urbanas Concesionadas. Estas están invadiendo la ciudad y constituyen una buena solución para mitigar ciertos problemas de desplazamiento vehicular. Sin embargo, los grandes beneficiados son las empresas concesionarias. Esto debido a la concepción del negocio, que no considera a los usuarios y menos a los vecinos no usuarios.

Algunos de los problemas que se originan a los usuarios están dados por temas como accesos y salidas mal concebidas, que hacen perder parte importante del tiempo ganado, falta de una cuenta única emitida por el emisor de los tag o por una empresa externa, falta de una adecuada interconexión de las distintas vías entre sí, lo que obliga a pasar de una vía rápida a una congestionada, para tomar varias cuadras después un acceso a la otra vía rápida que la cruza e inexistencia de bermas o lugares de detención ante emergencias.

En cuanto a los no usuarios hay una falta de respeto absoluta. La ciudad está llena de muros que impiden a los peatones acceder a lugares ubicados a pocos metros, debiendo recorrer grandes distancias llenas de obstáculos para la gente más anciana o impedida. Para los vehículos también hay una desconsideración absoluta. Grandes distancias para llegar a lugares cercanos. Además las vías preexistentes están llenas de situaciones de angostamiento repentino de pistas, lo que causa evidentes situaciones peligrosas para la conducción.

El metro tampoco escapa a los defectos anteriores, ya que por razones económicas se ha privilegiado extensas zonas de vías elevadas o en superficie, en lugar de vías subterráneas, todas las cuales, más temprano que tarde, será necesario demoler.

Proposiciones a Nivel Regional.

Crear una normativa que vaya en las siguientes direcciones:

Incentivar la migración desde Santiago a Regiones.

Congelar el crecimiento de Santiago hacia la precordillera y hacia el cordón agrícola.

Sacar de la cuenca de Santiago todas las industrias que contaminen el aire, el agua y/o produzcan altos niveles de ruido.

Construir grupos de viviendas y equipamiento urbano para los grupos socioeconómicos más carenciados, a la par que para los sectores más pudientes, en cada comuna del Gran Santiago, buscando producir la integración social. Construir viviendas sociales para los hijos de los pobres y para aquellos pobres que deban abandonar sus viviendas sociales o de autoconstrucción para remodelar sectores dentro de las mismas comunas en que residen.

Densificar en paños de terreno lo suficientemente grandes para evitar conos de sombra y casas isla, debiendo medirse los impactos ambientales que creen estas edificaciones. Reurbanizar en una unidad básica no menor a una manzana, de tal forma de provocar grupos armónicos de viviendas, con parques y estacionamientos suficientes, cuidando además las externalidades que se generen en relación a las manzanas circundantes.

Mejorar el equipamiento de servicios públicos en las Comunas. Hacer una mejora en mayor calidad y equiparidad en los Consultorios y Colegios de cada Comuna, con el fin de evitar viajes innecesarios, logrando que los pacientes y los estudiantes permanezcan en sus Comunas, buscando descomprimir al máximo las vías y los servicios de locomoción.

Según el Ministro de Educación del estado alemán de Baden Württemberg, Peter Frankenberg (La Tercera, junio 11 de 2007) “la política educacional va a la par de una política de integración a nivel de las ciudades, evitando que se formen ghettos.”

Reestudiar el negocio de las autopistas urbanas, haciéndolas amigables para los usuarios y no usuarios.

Mejorar los estándares de construcción tanto de viviendas como de obras públicas a niveles acordes a nuestro desarrollo.

Es imperativo detener la creciente desertificación de nuestra Región. Plantar a un ritmo de 1 millón de árboles anuales en la Región desde ya. La meta del Gobierno Regional (Cuenta pública 2006 del Gobierno Regional de Santiago) de plantar 100.000 árboles este año 2007 para llegar el 2011 a 250.000 árboles es claramente insuficiente. En unos años más el agua será un bien extraordinariamente escaso si siguen las actuales condiciones globales. Nuestro mayor aporte puede ser invertir en árboles y usar hoy el agua en regarlos, la que se multiplicará por el solo efecto de esta medida, sumada a la construcción de embalses que eviten la llegada indiscriminada de las aguas del Río Maipo al océano.

4.- CONSIDERACIONES FINALES

Considerando que el desarrollo urbano que se está realizando hoy en nuestras ciudades en la mayoría de los casos es legal, debemos provocar los cambios legales que se requiera para que estas medidas puedan aplicarse. Para los temas de ámbito territorial deberemos buscar alinear las políticas de las autoridades del sector vivienda, de las autoridades de obras públicas y municipales, de las autoridades de salud ambiental, salud primaria y educación, las de economía, las de agricultura y las de medio ambiente. En suma, lograr que las políticas sectoriales converjan en el logro de los objetivos aquí señalados. Entre otras leyes debería modificarse las leyes Municipal, para contrarrestar el poder de los alcaldes y fomentar la participación ciudadana y de los concejales, la Ley de Urbanismo y Construcción, para incorporar con mayor fuerza la participación y garantizar derechos humanos esenciales como el de la luz solar y las vistas y dictar una buena Ley de Participación Ciudadana.

La Democracia Cristiana plantea a la ciudadanía de Chile vivir en una sociedad que respete la naturaleza y con ciudades que permitan interactuar a una escala humana. Las políticas sectoriales no son un fin en si mismas, sino que deben ir en una dirección que conduzca a una mejor calidad de vida a los chilenos.

Anexo 1.

Las 34 Comunas del Gran Santiago.

- Norte: Conchalí, Huechuraba, Independencia y Recoleta.

- Nororiente: Las Condes, Providencia, Lo Barnechea y Vitacura.

- Oriente: La Reina, Macul, Ñuñoa y Peñalolén.

- Suroriente: La Florida y Puente Alto.

- Sur: El Bosque, La Cisterna, La Granja, La Pintana, San Bernardo, San Joaquín, San Miguel y San Ramón.

- Surponiente: Cerrillos, Lo Espejo, Maipú y Pedro Aguirre Cerda.

- Poniente: Cerro Navia, Estación Central, Lo Prado, Pudahuel y Quinta Normal.

- Norponiente: Quilicura y Renca.

- Centro: Santiago.


Anexo 2.

Comparación Superficie, Población, Densidad y PIB por Región

REGION

SUPERFICIE

TERRITORIO

POBLACION

POBLACION

DENSIDAD

PIB

PIB

KM2

%

%

Hab/KM2

%

TARAPACA

58.698,00

7,8

428.594

2,8

7,30

1.275.811

3,3

ANTOFAGASTA

126.121,30

16,7

493.984

3,3

3,92

2.756.693

7,1

ATACAMA

75.452,00

10

254.336

1,7

3,37

654.044

1,7

COQUIMBO

40.707,00

5,4

603.210

4

14,82

830.686

2,1

VALPARAISO

16.303,40

2,2

1.539.852

10,2

94,45

3.124.794

8

O’HIGGINS

16.365,00

2,2

780.627

5,2

47,70

1.537.979

3,9

MAULE

30.469,10

4

908.097

6

29,80

1.334.711

3,4

BIO-BIO

37.046,90

4,9

1.861.562

12,3

50,25

3.421.245

8,8

ARAUCANIA

31.842,30

4,2

869.535

5,8

27,31

930.130

2,4

LOS LAGOS

67.013,10

8,9

1.073.135

7,1

16,01

1.736.068

4,4

AISEN

109.024,90

14,4

91.492

0,6

0,84

211.939

0,5

MAGALLANES

132.033,50

17,5

150.826

1

1,14

493.345

1,3

SANTIAGO

15.554,50

2,1

6.061.185

40,1

389,67

16.780.850

43

Extra Regional

44.738

0,1

IVA, Derechos de Importación

3.927.096

10,1

TOTAL

756.631,00

100

15.116.435

100

19,98

39.060.130

100

Nota 1. PIB de 2003 en millones de pesos de 1996

Nota 2. Población según censo de 2002.

Nota 3. Las nuevas Regiones desagregadas de Tarapacá y de Los Lagos están incluidas en su Región de origen


Anexo 3.

Proyección de superficie, población y PIB a 10 años, considerando 6 macrorregiones, sin otra intervención.

REGION

SUPERFICIE

TERRITORIO

POBLACION

POBLACION

PIB

PIB

KM2

%

%

%

Norte Grande

260.271

34,4

1.294.605

7,8

7.029.822

12,0

Norte Chico

57.010

7,5

2.357.368

14,2

5.933.220

10,1

Centro

46.834

6,2

1.857.596

11,2

4.309.035

7,4

Sur

135.902

18

4.184.655

25,2

9.131.165

15,6

Patagonia

241.058

31,9

266.550

1,6

1.057.926

1,8

Santiago

15.555

2,1

6.667.304

40,1

25.171.275

43,0

5.957.751

10,2

TOTAL

756.631

100

16.628.078

100

58.590.194

100,0

Nota 1. Crecimiento del PIB en 50% a 10 años

Nota 2. Crecimiento de población de 10% a 10 años

Nota 3. PIB proyectado en millones de pesos de 1996

Nota 4. No está distribuido lo extrarregional y el Iva de derechos de importación