lunes, 22 de octubre de 2007

Actitudes colaborativas

Para construir la Administración electrónica con fundamento no queda más remedio que coger el toro por los cuernos y hacer, de una vez por todas, los deberes que la Administración pública tiene pendientes desde siempre.

Y esto es lo que pasa también con el rubro de la colaboración interadministrativa. Siempre fue necesario que, tanto las unidades orgánicas de cada Administración, como las diferentes administraciones públicas, colaboraran entre sí, pero esa necesidad se hace ahora más patente, si cabe, con la implantación de la Administración electrónica.

Si el recurso a las dificultades técnicas para justificar la falta de colaboración nunca pudo resultar convincente para ninguna persona medianamente informada, el actual nivel de desarrollo de las TIC-s deja aun más en evidencia esta falta de colaboración.

No es la primera vez que hablamos de colaboración interadministrativa en este blog. Por el contrario, éste es uno de los principales caballos de batalla de Administraciones en red. Desde nuestro punto de vista, la no colaboración tiene un coste demasiado alto para ser admisible.

Pero, ¿qué pistas se pueden dar para orientar este tema?, ¿qué aportaciones novedosas cabe introducir en este debate?

Lo primero que podemos y debemos plantearnos es la cuestión de ¿para qué colaborar?

Definición de políticas públicas

Los diferentes niveles administrativos tienen su razón de ser en satisfacer las necesidades y demandas de los mismos ciudadanos. No tiene sentido que cada nivel administrativo diseñe las políticas públicas en las mismas materias, o en materias interrelacionadas, sin articular ningún tipo de coordinación ni colaboración entre ellas.

No podemos estar tirando de la cuerda cada uno para un lado distinto, primero porque mareamos a la ciudadanía, y segundo porque los recursos son demasiado escasos para no optimizar su utilización (o, al menos, intentarlo).

Esta necesidad de coordinación y colaboración resulta particularmente evidente en el caso de Euskadi, donde, para gestionar los asuntos públicos de una población de poco más de dos millones de habitantes, coexisten el Gobierno Vasco, tres Diputaciones Forales y unos cuantos Ayuntamientos con la dimensión suficiente para aspirar a liderar una política propia en buen número de materias.

Ejecución de las políticas públicas

Es habitual que la ejecución de las políticas públicas requiera la intervención de diferentes niveles administrativos. La actuación de cada uno de ellos debe llevarse a cabo de forma coordinada y en colaboración con los restantes.

Desde luego, la colaboración en la ejecución de las políticas será más fácil si previamente se ha llegado a un acuerdo para su definición. No obstante, la ejecución requiere mecanismos específicos de colaboración, coordinación y seguimiento conjunto de las actuaciones llevadas a cabo.

Prestación de servicios

La prestación de servicios integrales a la ciudadanía requiere, en muchos casos, la intervención de diferentes órganos y Administraciones. Es necesario, por tanto, que esta intervención se haga de forma coordinada y colaborativa.

Por citar un ejemplo, la superación de las situaciones de exclusión social atañe a los servicios de bienestar social, pero también a los de educación, vivienda, salud, … Obtendremos mejores resultados y utilizaremos más eficientemente los recursos si conseguimos colaborar y actuar coordinadamente.

Conocimiento, mejora e innovación

Gran parte de los problemas que afrontamos todas las administraciones son comunes. Puede resultar descorazonador pensar en cuantas personas estarán trabajando en las diversas administraciones para buscar soluciones a los mismos problemas.

¿Tan difícil sería colaborar para afrontar problemas comunes? ¿No podríamos compartir el conocimiento? ¿Aprovecharnos mutuamente de las mejoras e innovaciones de los demás?

Compartición de recursos

Compartir recursos es una de las formas más directas de colaboración. Me vienen a la cabeza, por poner un ejemplo, las oficinas de turismo duplicadas que podemos encontrar en algunos pueblos, pertenecientes a distintos niveles administrativos (algunas competencias parecen particularmente apetecibles) y repartiendo, en el mejor de los casos, los mismos folletos de información turística.

Evidentemente, los recursos que se pueden compartir son de todo tipo, desde inmuebles, hasta equipamientos, pasando por unos elementos muy susceptibles de poderse compartir, como son los aplicativos informáticos. Y ¿porqué no?, las personas.

Nota: todas las reflexiones incluidas en los puntos anteriores se han efectuado con propósito de aplicación general, pero no es difícil particularizarlas al caso del desarrollo de la Administración electrónica. Por el contrario, su aplicación a este caso particular me parece especialmente adecuada.

Analizado, siquiera someramente, el ¿para qué?, vayamos ahora al ¿cómo colaborar?

Órganos de colaboración

Los órganos colegiados no son nuevos en la Administración. De hecho, existen infinidad de consejos, comités, comisiones, mesas, … que tienen el objeto de propiciar la participación, facilitar la coordinación, etc.

Sin embargo, en la práctica, el funcionamiento de estos órganos colegiados suele dejar bastante que desear, no siendo pocos los que apenas si llegan a reunirse. Si la experiencia de este tipo de órganos, hasta la fecha, ha sido tan desalentadora, ¿es posible crear órganos de colaboración que funcionen? Pues no estoy seguro, pero creo que merecería la pena intentarlo.

Creo que, para que estos órganos funcionen, tendrían que tener las siguientes características: objetivos definidos y sujetos a plazos, capacidad de decisión sobre los temas encomendados, recursos suficientes (incluyendo herramientas colaborativas telemáticas), continuidad condicionada al cumplimiento de sus objetivos, y reconocimiento y visibilidad de sus aportaciones y resultados.

Proyectos de colaboración

Creo que en el ámbito de los proyectos hay buenas oportunidades de colaboración.

Cuando varias Administraciones se enfrentan a un problema común, ¿porqué no formar un equipo conjunto para abordarlo? De esa forma, trabajarían una única vez para resolver el mismo problema, en lugar de estar inventando la rueda cada uno por su lado.

De forma similar, las personas que ya han desarrollado alguna experiencia de éxito en una Administración pueden participar en equipos de proyecto para implantarla en otras administraciones.

Herramientas colaborativas

¿Cómo no? Desde un blog no podíamos eludir la referencia a las herramientas colaborativas telemáticas, que me parecen especialmente adecuadas para la gestión del conocimiento, aunque pueden ser útiles también para otros fines, como, por ejemplo, para la gestión de proyectos o para apoyo a los órganos de colaboración, como ya hemos señalado anteriormente.

Actitudes colaborativas

Pero, sobre todo, para que las Administraciones colaboren y los órganos e instrumentos habilitados con este fin sean efectivos, me parece fundamental promover actitudes colaborativas en las personas que gestionan las Administraciones públicas, empezando por sus máximos responsables.

Para ello, vendrán bien todas las acciones de difusión y sensibilización que puedan llevarse a cabo. También la formación es un instrumento privilegiado para promover este tipo de actitudes.

En definitiva, se trata de un cambio de cultura organizativa. La clave: comunicación, comunicación y comunicación.

1 comentario:

Alorza dijo...

Gracias por sistematizar el campo de la colaboración interadministrativa. Muy buen articulo.

Yo solo añadiría que a la propia colaboración entre administraciones hay que añadirle la participación ciudadana, de la manera más integrada posible. El asunto es quitar el mostrador de enmedio de esta relación Administración-ciudadanía, para que ambas partes jueguen en el mismo campo.